A
la nonagenaria se le cae el bote de pepinillos en mitad del
supermercado. Es muy vieja la pobre y últimamente le falla el pulso. El empleado del
supermercado se acerca a ella y la vieja -que de botes en supermercados
(aceitunas, leche desnatada, pimientos del piquillo...) ya había roto
en otras ocasiones- espera el habitual indulto. "No se preocupe señora,
ahora lo limpio", eso es lo que espera que le diga el empleado. Pero en
vez de eso, el puto empleado la agarra del cuello y le espeta:
"¡Preocúpese señora! ¡PREOCÚPESE!"
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