MANUFACTURA Y VENTA AL POR MENOR DE IDEAS

sábado, 26 de enero de 2013

nº10: EPIFANÍA CON AVELLANAS Y AZÚCAR

Ocurrió una mañana cualquiera -que dejaría de serlo porque sino menuda mierda de historia- en un convento de clausura situado en la localidad onubense de Aljaraque. El fraile Avelino se encontraba preparando el desayuno para el resto de colegas monásticos. Concretamente, untaba unas rebanadas de pan con nocilla. Cogía una rebanada del montón de rebanadas sin nocillear, la nocilleaba y al terminar la dejaba en el montón de rebanadas con nocilla untada. De este modo, una por una, las rebanadas iban adquiriendo calidad de 'rebanadas untadas'. El untar desenvuelto de las primeras rebanadas dio paso a un untar pesado y tedioso, y así, arrastrado por el proceso mecánico de untar y untar rebanadas con nocilla, el fraile Avelino fue perdiendo la noción del tiempo, de la conciencia, del 'yo untando rebanadas'. En la rebanada 56, en pleno ungimiento, se detuvo en seco. No podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Se los frotó -obedeciendo al extraño tópico que invita a frotarse los ojos cuando uno siente incredulidad-, pero lo que hizo fue pringarse la cara de la materia pingüe. Recuperada la vista confirmó el milagro: el azaroso trazo de la nocilla sobre la rebanada dio como sorprendente resultado la forma, clara y tajante, del rostro de Jesucristo. Un Jesucristo hecho de relieves, claroscuros, texturas, avellanas y azúcar. No quiso compartir la epifanía con ninguno de sus compis correligionarios. Se la zampó de un bocado, agazapado en un rincón de la cocina, sin apenas respirar. Se comió el cuerpo de Cristo. Más tarde lo cagaria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario