Tiene
un revólver encima de la mesita de noche, junto al despertador y una foto de
familia. Le cuesta mucho desperezarse cuando se levanta por las mañanas y
lo primero que hace, antes incluso de achicar legañas, es medio
incorporarse, coger el revólver, hacer girar el tambor y dispararse en
la sien. Mejor que el café, oye.
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