La cuchara es un objeto que no está diseñado
para producir cortes. La gruesa arista de su cabeza, cuidadosamente
troquelada y pulida, no está pensada para seccionar cosas. Entre los
usos más corrientes de una cuchara está el de acopiar transitoriamente pequeñas
cantidades de líquido como sopa o crema de espárragos, o el de sostener
huevos en 'carreras de sostener huevos con la cuchara'. Entre las
funciones para las que una cuchara no está preparada está, en efecto, la
de rajar o clavarse en superficies. En el caso de querer usar una cuchara para
tal efecto -pongamos, por ejemplo, en el abdomen- se sugiere seguir los
siguientes pasos:
1. Contraer los músculos abdominales a fin
de favorecer el desgarre. Una tirantez óptima ayuda a aumentar la
presión de la superficie al entrar en contacto
con el objeto sólido haciendo que el rasgado se produzca más fácilmente.
El estado laxo del abdomen suele conllevar problemas de ejecución,
impidiendo a menudo el buscado desagarramiento.
2. Ser
contundente en la ejecución. Para clavarse una cuchara conviene hacerlo
con determinación y firmeza -incluso se recomienda hacerlo con una pizca
de enajenación-, de no ser así la cuchara tenderá a hundirse progresivamente en la pared cárnica, poco a poco, prolongando innecesariamente la sensación
de agonía e intenso dolor. No hay lugar para las medias tintas cuando se trata
de clavarse una cuchara.
3. Aunque es preferible clavarse la
cuchara por el lado de la cabeza, una alternativa muy aconsejable es
hacerlo por el lado del mango, de cuña más estrecha y propicia para
clavarse en cosas.
Como ven, son muchas las posibilidades que posee la cuchara como instrumento mortal. ¡No duden en probar su eficacia! ¡Una vez se hayan clavado una cuchara no querrán clavarse otra cosa!
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