El
recién nacido sale a la luz con una barra de pan gallego bajo el brazo.
No está adherido al cuerpo, no es parte de su anatomía antropomórfica, sólo es una
barra de pan que, por alguna razón, la criatura transporta consigo. El
equipo de médicos asegura no haber visto algo semejante en los años que
llevan ejerciendo la medicina. De hecho, no les consta que haya
precedentes en la historia de la civilización humana.El suceso ha conmovido a la comunidad científica, que ahora afronta el desafío de responder los enigmas que este fenómeno entraña. ¿Por qué razón una
mujer debería gestar, junto a su engendro, una barra de pan gallego? ¿A
qué lógica conocida responde eso? ¿Por qué el pan es gallego y no una chapata, un pan de kilo o uno de viena? ¿Por qué la criatura no ha intentado siquiera chupetear el currusco? ¿Qué órgano de la progenitora ha sido capaz de fabricar la harina necesaria para hacer el pan? ¿Es el vientre materno una especie de horno de leña humano? ¿Qué es en realidad ese pan? ¿Quién envía ese pan? ¿Es el cuerpo de cristo ese pan? Ese pan. Esepán... ¡ESEPÁN! Preguntas que aún carecen de respuesta. Una certeza:el pan está duro. Lleva nueve meses
allí. Probablemente, a los dos días de ser pan, se endureció. La madre está rellena de migas. ¿Querrá el neonato volver a ella y por eso ha dejado un rastro?
No hay comentarios:
Publicar un comentario