Es el individuo posmoderno aprisionado por los inquebrantables grilletes del capitalismo. Ah no, espera. Que sólo es un borracho que en vez
de un euro ha echado el botón de sus pantalones por la ranura de la máquina de
cocacolas, y como no bajaba nada ha decidido meter el brazo por el hueco por el
que bajan las cocacolas, y se ha quedado atrapado en la máquina de cocacolas,
que está desconectada, que está vacía, que no almacena cocacolas, y que lleva así tres horas, que se ha meado encima, y se ha meado encima del meado que llevaba encima, y que unos vagabundos marrulleros que apestaban a vino le han robado la ropa, y que es alemán, que no se acuerda, pero que lo es. Se llama Lars. Aunque, visto desde un ojo crítico, la estampa también funciona
cómo alegoría para denunciar la conducta exacerbada y dócil del individuo en las sociedades de consumo. Pero no. Definitivamente. Es mejor lo del borracho alemán. Vaya trompa el colega. Ha echado un botón. Lars. El puto amo.
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