MANUFACTURA Y VENTA AL POR MENOR DE IDEAS

lunes, 4 de marzo de 2013

nº45: MUERTE SOBREACTUADA

El actor tuvo que fingir tantas veces su muerte a lo largo de su vida que, cuando tuvo que morir, sobreactuó y nadie le creyó. "¡No me lo he creído!" o "Qué mal actor es... ¡Que se olvide del Oscar!", mascullaban los testimonios en la misma escena del crimen. El actor se desangraba en mitad de la calle, pidiendo socorro y luchando para no caer inconsciente, suplicando con un frágil y débil hilillo de voz que alguien llamara al 112, pero los paseantes pasaban por su lado impasibles, mirándolo con gesto de decepción. "¡Que eso no es ni sangre, embustero!". "Ni para peli de domingo recién comío sirves, patán!". Al rato murió. Luego pasaron horas hasta que un paseante muy crédulo, muy loco, pensó que, tal vez, estaba muerto. Que, o poseía una excepcional habilidad para contener el aire en acting o no la poseía y por eso ni se movía, ni le latía el corazón, ni nada.

Días más tarde, en su funeral, algunos asistentes chasqueaban la lengua cuando se acercaban al ataúd y veían esa cara de muerto tan forzada, tan impostada, y le tocaban con el dedo y le pellizcaban y musitaban: "No me lo creo...".


No hay comentarios:

Publicar un comentario