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Hubo un tiempo en el que se pusieron de moda las
chaquetas Alpha Industries. Eran unas chaquetas bombachas hechas de una tela
impermeable cuya visión ahora ocasionaría hemorragias nasales a más de uno, pero que en su
momento eran el no va más de los ropajes intimidatorios. Su mayor peculiaridad, su seña de identidad, se
encontraba en la parte situada a la izquierda de la chaqueta, a la altura del
pecho, dónde relucía un feúcho trozo de velcro cuya función era la de adherir
en él un parche: el famoso y acojonante parche Alpha. Por aquel entonces, el que se hacía
con una Alpha se ganaba el respeto de la gente, y por eso había tantas, porque
la gente no se sentía respetada, porque la gente se sentía mediocre y se aferraba desesperadamente a la creencia de que una chaqueta bombacha con parche era la manera de no serlo nunca más. Pero si al enfundarte una aún
sentías la mediocridad en el ojo ajeno y que la gente no tiritaba de miedo al pasar por tu lado tenías la opción
radical: poner el parche al revés. Sí, amigos, eso era la guerra. Y es que si
estabas muy loco y lo ponías al revés estabas enviando un mensaje muy claro al
mundo: me siento muy sólo y busco pelea como metáfora de un abrazo. Es como ser monja y llevar una cruz del revés colgando del cuello.
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