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lunes, 15 de diciembre de 2014

nº119: EL VIRTUOSO EXPRÉS

El aspirante a flautista quiere ser el mejor flautista de todos los tiempos. Lo que pasa es que no tiene ni idea y sabe que ser el mejor le llevará tiempo (quiere hacer otras cosas a parte de ser el mejor tocando la flauta y no quiere invertir mucho tiempo), así que salta directamente a la fase de romper esquemas. Coloca la flauta sobre una mesa y toca sin manos. Claro, sólo consigue entonar una nota. Pero le basta. Ha conseguido tocar la flauta sin manos al mismo nivel que un virtuoso de la flauta tocaría la flauta sin manos, lo cual significa... que es un virtuoso. ¡Bravo! ¡Virtuoso!

¿Y el flautista de Hamelín? ¿Qué pasa aquí? ¿Qué coño pinta en el dibujo? El dibujo infantil trasnochado estaba tan solo y desesperado, apresado en un tiempo pretérito, que quiso colarse en el dibujo de un tío que pertenece a un tiempo futuro sólo porque también toca la flauta. Una intrusión extemporánea. Una mediocridad intemporal. Las ratas flipan. ¡Menudo arribista! ¡Venga flautista de Hamelín! ¡Vete porai! ¡Vuelve a tu siglo, sea cual sea! ¡Que no tienes ni nombre! ¡Triste! ¡Triste!


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